Afganistán:
La lucha por el petróleo
Karen Talbot (ICPJ)
Centre for Research on Globalisation
(CRG), 7 de noviembre de 2001
Traducción de Vanesa Casanova para CSCAweb, www.nodo50.org/csca.
27-11-01
Si juntamos las piezas
del puzzle, podremos empezar a vislumbrar una imagen más
clara de lo que realmente está ocurriendo. Por ejemplo,
vemos que durante años se han estado construyendo las
bases para la actual acción bélica norteamericana
en Afganistán. Lo que está claro es que los ataques
terroristas del 11 de septiembre han proporcionado una nueva
oportunidad de carácter cualitativo para que EEUU, actuando
en nombre de las compañías petrolíferas,
atrinchere sus tropas en las repúblicas centroasiáticas
de la ex-Unión Soviética, así como en la
región transcaucásica, donde se encuentran las
segundas reservas petrolíferas en importancia del planeta.
El camino ha quedado abierto para que comiencen a acelerarse
los proyectos de construcción de oleoductos y gaseoductos
a través de Afganistán y Pakistán hacia
Karachi: es la ruta mejor y más barata para transportar
el combustible hacia el mercado. Afganistán cuenta también
con considerables recursos de gas y petróleo, al igual
que Pakistán.
Hay quien dice que Washington se ve motivado por la necesidad
de garantizar que el petróleo siga llegando a los consumidores
norteamericanos, lo cual explicaría su interés
en Asia Central, el Próximo Oriente, y otras regiones
del globo. En realidad, EEUU depende en gran medida de sus fuentes
de energía doméstica y de Venezuela, principal
fuente de importaciones petrolíferas de EEUU. El 15% del
petróleo importado procede de África [4]. De lo que trata todo esto
es de cómo los beneficios de las grandes corporaciones
pueden verse aumentados enormemente vendiendo energía
a quienes carecen de ella (el Sur y el Sureste asiático)
y de vencer a China y a Rusia en la carrera por hacerse con el
control de las reservas de gas y petróleo de Asia Central
y la cuenca del Mar Caspio. Las recientemente descubiertas reservas
de petróleo de Kazajistán podrían ser fácilmente
canalizadas a través de Rusia. Dejar a un lado las vías
rusas y de paso obstaculizar las operaciones petrolíferas
rusas (que dependen en gran medida de sus clientes europeos),
proporcionaría aún más beneficios a las
corporaciones occidentales. Ganarían un acceso mayor al
mercado europeo. Construir un oleoducto en Afganistán
significaría también abrir una ruta aún
más directa hacia el Golfo Pérsico a través
de Irán, al tiempo que se frustraría la creciente
cooperación entre Rusia e Irán. Es el "Gran
Juego" del petróleo.
Desde los horrorosos atentados terroristas del pasado 11 de
septiembre que causaron la muerte a más de 5.000 inocentes,
que han hecho sufrir a decenas de miles de familiares y amigos
de las víctimas y que han causado una consternación
sin precedentes a los norteamericanos y gentes de todo el globo,
nuestro mundo ha cambiado de forma dramática. Desde todos
los rincones del mundo han llegado condolencias sinceras. Todos
estamos de acuerdo con que esta muestra de terrorismo es una
lacra para la humanidad, y debe terminar.
La posibilidad de juzgar a los responsables de este crimen
odioso estaba al alcance de la mano, siempre que todo se hiciera
a través de Naciones Unidas (NNUU), de un Tribunal Internacional,
y del derecho internacional. El terrorismo (es decir, los ataques
contra civiles inocentes), es una abominación que nunca
ha ayudado en las luchas, por otra parte justas, de los pueblos
oprimidos que sufren. Al contrario: el terrorismo siempre ha
servido para hacer retroceder estas luchas, y en último
caso ha beneficiado tan solo a una pequeña elite que es
la que siempre saca provecho de los actos terroristas. Razón
por la cual, en el transcurso de la historia, el terrorismo ha
sido utilizado con frecuencia como una provocación.
El sentir mayoritario de todo el mundo tras los atentados
era acabar con el terrorismo, pero no iniciar una guerra contra
Afganistán ni contra ningún otro país. Tal
y como pidieron entonces muchos neoyorquinos: "No interpreten
nuestras lágrimas como una llamada a la guerra".
A pesar de ello, el presidente Bush inició los bombardeos
continuados sobre Afganistán con el permiso del Congreso,
pero sin contar con el respaldo del Consejo de Seguridad de NNUU,
para "atrapar" a Osama Ben Laden quien, según
se afirma, está siendo protegido por el gobierno talibán.
Se nos dice que esta "guerra contra el terrorismo"
podría "durar" para siempre, y afectar a lugares
fuera de Afganistán sobre los que ni nosotros ni nuestros
representantes en el Congreso estamos siendo informados. El principio
de soberanía de las naciones fue barrido de un solo plumazo
con la frase "o están con nosotros, o están
contra nosotros", dejando abierta la posibilidad de que
cualquier país que creamos está "contra nosotros"
podría ser bombardeado por el ejército de EEUU.
A la porra con la Carta de NNUU y la legalidad internacional.
La extensión de los casos de ántrax por el sistema
postal de EEUU ha contribuido aún más a sembrar
el terror entre la gente. De modo que Bush tiene carta blanca
para seguir adelante con esta guerra como quiera, no sólo
con el permiso del Congreso, sino de parte del atemorizado público
norteamericano. La ley anti-terrorista ha pasado a la velocidad
de la luz por el Congreso y el Senado y ha sido firmada por el
Presidente. Una ley que está dando lugar a una nueva caza
de brujas al estilo McCarthy. "La defensa de la nación"
tendrá como resultado probable el despliegue de fuerzas
del ejército en activo en ciudades de todo EEUU.
En esa situación, resulta cada vez más difícil
hacerse preguntas esenciales acerca de la decisión de
hacer llover bombas y misiles sobre un país que sigue
viviendo en una era medieval, un país en ruinas y empobrecido
a causa de una guerra que dura ya décadas, sobre un terreno
sembrado de minas (probablemente, el más minado del mundo).
Añádase a todos estos horrores la utilización
por parte de EEUU de bombas racimo diseñadas para dañar
a civiles. Muchos de los miles de sub-municiones que componen
estas siniestras armas no han explotado: exactamente igual que
las minas terrestres. Los más vulnerables en esta situación
son los niños. El ataque norteamericano está causando
inevitablemente numerosas víctimas entre la población
civil: hombres, mujeres y niños, jóvenes o ancianos.
Por si este ejercicio de barbarismo no fuera poco, el New
York Times informaba hace poco de que entre 7 y 8 millones
de afganos se enfrentan a la inanición, carecen de un
techo bajo el que vivir, y pueden morir de frío en el
contexto de la situación creada por los bombardeos, que
también impiden que NNUU y las organizaciones de ayuda
internacional distribuyen de manera inmediata la comida que de
manera tan desesperada se necesita. La catástrofe que
se cierne sobre esta gente es la realidad más inmediata
y apremiante de los incesantes ataques norteamericanos [1].
Estos civiles no son talibanes, ni tampoco forman parte de
las fuerzas de Osama Ben Laden. El horror de que tantísima
gente inocente vaya a morir en Afganistán agrava el horror
vivido por la muerte de 5.000 personas inocentes en EEUU. Decenas
de millones de personas en países islámicos creen,
cada vez más, que todo esto es una venganza que tiene
como objetivo a todo el mundo islámico. Si la "guerra
contra el terrorismo" sigue su curso, únicamente
conducirá a una escalada de la violencia. La guerra ya
ha envalentonado a Israel, que con la intensificación
de sus ataques ha hecho que aumente la siempre creciente lista
de víctimas palestinas. Se está incubando una tercera
guerra mundial en un contexto en el que las armas nucleares podrían
ser utilizadas En una entrevista concedida a la cadena de televisión
CNN, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld aseguró,
al ser preguntado acerca de la utilización de armas nucleares,
que no descartaba nada [2].
En diferentes ocasiones, los talibanes han ofrecido entregar
a Osama Ben Laden para que sea juzgado en un país neutral,
siempre que se presentasen pruebas contra él. La Administración
Bush rechazó de plano esta oferta, sin hacer ningún
esfuerzo por explorar las posibilidades existentes o sentarse
a negociar. ¿No hubiese sido preferible acaso intentarlo
por esa vía, en lugar de iniciar los bombardeos que están
causando un número desconocido de víctimas civiles,
en los que soldados norteamericanos están arriesgando
sus vidas, que están alienando a gran parte de la población
mundial, y que llevan consigo el peligro de una guerra mundial?
La Carta de NNUU exige que se agoten todos los medios pacíficos
para la resolución de conflictos antes de recurrir a la
guerra.
Terrorismo y petróleo
Si juntamos las piezas del puzzle, podremos empezar
a vislumbrar una imagen más clara de lo que realmente
está ocurriendo. Por ejemplo, vemos que durante años
se han estado construyendo las bases para la actual acción
bélica norteamericana en Afganistán. Lo que está
claro es que los ataques terroristas del 11 de septiembre han
proporcionado una nueva oportunidad de carácter cualitativo
para que EEUU, actuando en nombre de las compañías
petrolíferas, atrinchere sus tropas en las repúblicas
centroasiáticas de la ex-Unión Soviética,
así como en la región transcaucásica, donde
se encuentran las segundas reservas petrolíferas en importancia
del planeta. El camino ha quedado abierto para que comiencen
a acelerarse los proyectos de construcción de oleoductos
y gaseoductos a través de Afganistán y Pakistán
hacia Karachi: es la ruta mejor y más barata para transportar
el combustible hacia el mercado. Afganistán cuenta también
con considerables recursos de gas y petróleo, al igual
que Pakistán.
Hay quien dice que Washington se ve motivado por la necesidad
de garantizar que el petróleo siga llegando a los consumidores
norteamericanos, lo cual explicaría su interés
en Asia Central, el Próximo Oriente, y otras regiones
del globo. En realidad, EEUU depende en gran medida de sus fuentes
de energía doméstica y de Venezuela, principal
fuente de importaciones petrolíferas de EEUU. El 15% del
petróleo importado procede de África [4]. De lo
que trata todo esto es de cómo los beneficios de las grandes
corporaciones pueden verse aumentados enormemente vendiendo energía
a quienes carecen de ella (el Sur y el Sureste asiático)
y de vencer a China y a Rusia en la carrera por hacerse con el
control de las reservas de gas y petróleo de Asia Central
y la cuenca del Mar Caspio. Las recientemente descubiertas reservas
de petróleo de Kazajistán podrían ser fácilmente
canalizadas a través de Rusia. Dejar a un lado las vías
rusas y de paso obstaculizar las operaciones petrolíferas
rusas (que dependen en gran medida de sus clientes europeos),
proporcionaría aún más beneficios a las
corporaciones occidentales. Ganarían un acceso mayor al
mercado europeo. Construir un oleoducto en Afganistán
significaría también abrir una ruta aún
más directa hacia el Golfo Pérsico a través
de Irán, al tiempo que se frustraría la creciente
cooperación entre Rusia e Irán. Es el "Gran
Juego" del petróleo.
Todo lo cual recuerda al Gran Juego que enfrentó a
los imperios ruso y británico en la región durante
el siglo XIX. La versión moderna en forma de "nuevo
Gran Juego" es en realidad lo que se esconde detrás
de esta guerra. En un artículo publicado en el San
Francisco Chronicle bajo el título de "Energy
Future Rides on US War. Conflict Centered in World´s Oil
Patch" escrito por Frank Viviano, se recoge esta misma idea.
Viviano asegura que "más allá de las estrategias
y temas de actualidad (...) lo que realmente está en juego
en la guerra contra el terrorismo puede resumirse en una sola
palabra: petróleo". Asegura también que "el
mapa de los santuarios terroristas y objetivos trazado para el
Próximo Oriente y Asia es también, hasta extremos
inconcebibles, el mapa de las principales fuentes de energía
del planeta para el siglo XXI. La defensa de estos recursos energéticos,
más que una simple confrontación entre el Islam
y Occidente, será la principal causa de conflicto global
durante las décadas siguientes (...)" "Es inevitable
que la guerra contra el terrorismo sea vista por muchos como
una guerra librada a favor de las norteamericanas Chevron, Exxon,
y Arco; de la francesa TotalFinalElf; de la British Petroleum,
o de la Royal Dutch Shell y otras gigantes multinacionales que
tienen miles de millones de dólares para invertir en la
región. Ni se puede obviar esta conexión, ni se
puede ignorar la creciente ira que tales vínculos originarán
en naciones en vías de desarrollo que ya están
convencidas de que son víctimas de una colaboración
conspiratoria entre el capital global y el poderío militar
norteamericano" [5].
Globalización y poderío
militar
Nada de esto debería sorprendernos. En la actualidad
es un hecho de sobra admitido que la política exterior
norteamericana tiene como objetivo promover y servir de soporte
a las inversiones corporativas y la globalización a través
de su poderío militar y de intervenciones encubiertas
(y no tan encubiertas) por todo el globo. Un folleto titulado
"U.S. Space Command in its vision 2020" describe su
objetivo como "la dominación de la dimensión
espacial de las operaciones militares con el fin de proteger
los intereses e inversiones de EEUU". En su informe, se
asegura que "la globalización de la economía
global seguirá adelante, incrementándose las distancias
entre los que tienen y los que no." En consecuencia, EEUU
será "retado a escala regional" y necesita por
tanto "dominar" los futuros escenarios bélicos.
Thomas Friedman lo expresó con rotundidad en The New
York Times: "La mano oculta del mercado nunca funcionará
sin un puño oculto detrás. McDonald´s no
puede prosperar sin McDonell Douglas, el fabricante del F-15.
Y el puño oculto que mantiene al mundo seguro para que
disfrute de la tecnología de Silicon Valley se llama el
Ejército de los Estados Unidos, sus Fuerzas Aéreas
y Navales, y el Cuerpo de Marines" [6]. Estas directrices
de política exterior y militar están siendo ejecutadas
desde lo más alto por los responsables máximos
de la administración [norteamericana], desde el Presidente
hasta el vicepresidente pasando por los oficiales de la CIA,
que tienen vínculos directos con bancos y corporaciones
que están ahí para beneficiarse de estas políticas.
Todo esto es cierto especialmente en lo referido al petróleo,
a la energía, a la banca, y a los sectores militares y
aeroespaciales.
La propia naturaleza del sistema conduce inevitablemente a
las corporaciones a expandirse, o morir. No importan los costes,
ni tampoco el sufrimiento que pueda acarrear para los seres humanos
o la devastación del medio ambiente. Las características
del imperialismo de hoy, las causas de las guerras, el terrorismo,
y la violencia, son precisamente esas.
¿Por qué los talibanes?
Los medios de comunicación han ido prestando cada vez
más atención a los talibanes y menos a Osama Ben
laden y su grupo de al-Qaeda. Se nos bombardea con una lluvia
de historias acerca de las dimensiones de los bombardeos y lo
maravillosas que son las armas que tienen como objetivo expulsar
a los talibanes del gobierno. Al mismo tiempo, oímos cómo
EEUU trabaja ya con la Alianza del Norte en contra de los talibanes
y existen planes para el establecimiento de un gobierno de posguerra.
No está claro de qué manera todo esto va a ayudar
a "atrapar" a Ben Laden. ¿Cuáles son
esos aspectos tan fundamentales que hacen de la Alianza del Norte
algo tan diferente de los talibanes? Todos (la Alinaza y los
talibanes) fueron muyahidín, entrenados, armados y financiados
por los servicios de inteligencia pakistaníes, la CIA
y Arabia Saudí para luchar contra los soviéticos.
Los muyahidín se han enfrentado unos contra otros desde
entonces. Es más: Washinton y la compañía
petrolífera norteamericana UNOCAL (Unocal Oil Corporation)
han venido manteniendo relaciones con los talibanes hasta hace
muy poco, después incluso de que éstos se hicieran
con el poder en 1996. ¿Por qué entonces ir a por
los talibanes?
UNOCAL y Afganistán
John J. Maresca, vice-presidente de UNOCAL, aclaró
todo lo que estaba en juego en Afganistán en una declaraciones
realizadas ante un comité en la Cámara de Representantes
de EEUU el 12 de febrero de 1998:
"La región del Caspio contiene enormes reservas
de hidrocarburos sin explotar, una gran parte situadas en la
cuenca del propio Mar Caspio. Las reservas totales de petróleo
de la región podrían llegar a alcanzar una cifra
superior a los 60 mil millones de barriles de petróleo,
aunque algunas estimaciones hablan de 200.000 millones."
"Una opción sería construir un oleoducto
hacia el sur, desde Asia Central hasta el Océano Índico(...)
La única opción alternativa posible es cruzar Afganistán,
lo cual también conlleva sus riesgos. El territorios a
través del cual se construiría dicho oleoducto
está controlado por los talibanes, un movimiento islámico
que no goza del reconocimiento de prácticamente ninguna
otra nación".
"La construcción de nuestro proyectado oleoducto
no podría empezar hasta que se constituya un nuevo gobierno.
A pesar de todo, una ruta que atraviese Afganistán parece
ser la mejor opción con los menores obstáculos
técnicos posibles (...) Dicha ruta acercaría Asia
Central a los mercados asiáticos y por lo tanto sería
la ruta más barata en términos del transporte del
petróleo" [7]
Una de las razones principales por las que Washington apoyó
a los talibanes entre 1994 y 1997 fue, sin embargo, la creencia
de que los talibanes conquistarían rápidamente
todo el país y facilitarían la construcción
por parte de UNOCAL de un oleoducto que atravesara Afganistán.
Pakistán, EEUU, y Arabia Saudí "son responsables
de la existencia y el mantenimiento de los talibanes" [8]
Según cuenta el San Francisco Chronicle, el
experto en Asia Central Ahmed Rashid en su libro sobre los talibanes
afirma que "impresionados por la buena disposición
y la falta de escrúpulos de los entonces emergentes talibanes
para cerrar un trato con la cuestión del oleoducto, el
Departamento de Estado [de EEUU] y los Servicios de Inteligencia
de Pakistán acordaron proporcionar armas y dinero a los
talibanes en la guerra que libraban contra la Alianza del Norte,
compuesta por tayikos. Ya en 1999, los ciudadanos norteamericanos
financiaban con sus impuestos el salario completo de todos y
cada uno de los oficiales del gobierno afgano(...)" [9]
Unocal se había asegurado un trato con los talibanes
para construir el oleoducto, según escribe Hugh Pope en
The Wall Street Journal [10]. Recientemente, el periódico
talibán, el Kabul Times, citaba a Rafiq
Tadgar, representante de una compañía norteamericana
[la Central Asia Oil and Gas Industry], quien aseguró
que "La Central Asia Oil and Gas Company está lista
para invertir en Afganistán en la extracción de
gas y petróleo y mientras tanto está dispuesta
a construir una refinería de gas y petróleo en
el país" [11]
El 25 de mayo de 2001, el Washington Post aseguraba
que "la semana pasada, [el gobierno de EEUU] se comprometió
a conceder otros $43 millones de dólares de ayuda a Afganistán
[es decir, a los talibanes], elevando a $124 los millones de
ayuda anual [destinados a Afganistán] y convirtiendo a
EEUU en el mayor donante de ayuda humanitaria al país"
[12] Todo esto ocurría cuatro meses antes de los ataques
del 11 de septiembre.
En otro artículo publicado por el británico
Daily Mirror, John Pilger señala que "cuando
los talibanes tomaron Kabul en 1996, Washington no dijo nada.
¿Por qué? Porque los líderes talibanes estaban
enseguida camino de Houston, Texas, para ser recibidos por los
ejecutivos de la compañía petrolífera UNOCAL".
"Con la autorización secreta del gobierno de EEUU,
la compañía les ofreció [a los talibanes]
una proporción generosa de los beneficios del petróleo
y el gas que serían transportados a través de un
oleoducto que los norteamericanos querían construir desde
Asia Central y que atravesaría Afganistán",
aseguró un diplomático norteamericano. "Los
talibanes probablemente evolucionarán lo mismo que lo
hicieron los saudíes." A continuación, la
misma fuente explicó que Afganistán se convertiría
en una colonia petrolífera de EEUU en la que habría
jugosos beneficios para Occidente, nada de democracia, y donde
se perseguiría legalmente a la mujer. "Podemos vivir
con eso", declaró a continuación.
No sorprende entonces que el Secretario de Estado norteamericano
Colin Powell esté empezando a hablar de talibanes "moderados"
que podrían formar parte de una "amplia federación"
auspiciada por EEUU para gobernar Afganistán. La "guerra
contra el terrorismo" es una excusa más, porque proporciona
una cobertura para la consecución de los fines estratégicos
norteamericanos. [13]
Incluso si la Alianza del Norte es capaz de hacerse con el
poder, "el gobierno pastún de Pakistán nunca
soportaría ver a sus hermanos pastunes talibanes reemplazados
por los tayikos de la Alianza del Norte", en opinión
de Ted Rall (San Francisco Chronicle).
Teniendo en cuenta todo esto, no deja de ser desconcertante
que la Administración Bush esté yendo a por los
talibanes más que la Alianza con el fin de conseguir la
necesaria "estabilidad" para la región, especialmente
porque los talibanes controlan una región más amplia
dentro del país.
Una de las razones por las que probablemente esto ocurra es
que NNUU sigue sin reconocer al gobierno talibán. Los
talibanes son aún más vulnerables en la actualidad
porque están dando "cobijo" a Osama Ben Laden,
y por lo tanto es mucho más fácil conseguir apoyos
dentro de la comunidad internacional para atacarles. Una razón
más convincente aún sería que las fuerzas
de la Alianza del Norte controlan ahora la parte norte del país
próxima a Turkmenistán, Tayikistán y Uzbekistán,
cuyos gobiernos apoyan a la Alianza, al igual que Rusia y la
India. La Alianza del Norte está formada principalmente
por uzbecos y tayikos, mientras que los talibanes son en su mayoría
miembros de tribus pastunes así como gentes procedentes
de países árabes que llegaron para ser entrenados
y para combatir en Afganistán.
Establecimiento de bases militares
en la exURSS
El posicionamiento de EEUU al lado de la Alianza del Norte
ha ayudado a los norteamericanos a conseguir apoyos para poder
establecer sus tropas en Uzbekistán y Tayikistán,
así como para recibir el respaldo de otros países
centroasiáticos. Tayikistán y EEUU han alcanzado
ya un principio de acuerdo según el cual los norteamericanos
podrían atacar a los talibanes por aire desde las antiguas
bases soviéticas tayikas. Tayikistán recibirá
a cambio decenas de millones de dólares. "Los norteamericanos
también inspeccionarán las bases de Kirguistán
y Kazajistán" [15]. Todas estas antigua repúblicas
de la exUnión Soviética, así como Rusia
y la India, han sufrido ataques terroristas de los talibanes
y las fuerzas de Osama Ben Laden.
Todos estos países parecen recibir con los brazos abiertos
cualquier iniciativa que ponga fin a estos ataques. Para EEUU,
lo mejor de todo es la oportunidad de oro que se le presenta
para establecer una presencia militar permanente en Asia Central,
una tierra rica en petróleo situada junto a otra de las
regiones con grandes recursos energéticos en la región:
Siberia. El siguiente objetivo estaría entonces más
cerca: la balcanización de Rusia y de las naciones centroasiáticas
y su conversión en entidades políticas fácilmente
controlables, carentes de soberanía. Todo ello pondría
el broche final a un programa que tiene como núcleo central
los gaseoductos y oleoductos que cruzarán Afganistán
y las posibilidades de acceder a y dominar los mercados del sur
y el sureste asiático.
Existe una consideración más que hacer. Afganistán
es, con mucho, el mayor productor mundial de opio. La mayor parte
de la producción procede del territorio que controla la
Alianza del Norte. Las zonas fronterizas con Pakistán
se han convertido en las mayores productoras de heroína,
y en la actualidad cubren el 60% de la demanda norteamericana
[16]. El tráfico de drogas originario de esta región
floreció durante la guerra contra los soviéticos
y ha ido creciendo desde entonces vinculado a una red internacional
del crimen amplia y muy lucrativa. La vinculación entre
las operaciones de los cárteles de la droga y el crimen
organizados y las luchas por controlar las riquezas petrolíferas
es muy fuerte. Esta interconexión fue también un
factor importante en Bosnia, Kosovo y Macedonia, donde las fuerzas
norteamericanos y de la OTAN se aliaron directamente con el Ejército
bosnio musulmán y el ELK quienes, tal y como quedó
patente en numerosos artículos publicados en la prensa
europea del momento, estaban implicados en actividades criminales
y tráfico de drogas.
El apoyo a la Alianza del Norte comienza
a flaquear
En un artículo publicado en el Times de Nueva
Delhi, Iddarth Varadarajan afirma que la posible inclusión
de "moderados" talibanes en el futuro gobierno post-talibán
se ha convertido en un tema polémico que ya está
dividiendo a los poderes extranjeros. "La cuestión,
según oficiales del gobierno de la India, es que la Administración
Bush teme que un gobierno de la Alianza del Norte esté
más próximo a Moscú, Nueva Delhi, y Teherán
que a Washington y su satélite Islamabad".
"El hecho de que la Alianza del Norte esté compuesta
al menos por tres fuerzas principales (el Jamiat-i Islami
de Burhanuddin Rabbani y el difunto Ahmed Shah Massoud, la milicia
uzbeka del general Rashid Dostum y las milicias apoyadas por
Irán de Ismail Khan y el Hezb-i Wahdat) complica
aún más el panorama. EEUU se siente más
próximo a Dostum, con quien ha venido cultivando lazos
de unión a través del principal apoyo del General:
Turquía. Asesores militares norteamericanos ya se encuentran
trabajando codo con codo con el general (...)"
"Por el contrario, EEUU no es demasiado entusiasta respecto
a las fuerzas de Rabbani, comandadas ahora por el General Mamad
Fahim, que se encuentran en estos momentos camino de Kabul. Rusia
y la India apoyan a Fahim, pero la mayor parte de los ataques
aéreos de EEUU han sido diseñados para ayudar a
Dostum. El grupo de Fahim ha perdido puntos en Washington tras
afirmar que se opondrá a cualquier intento norteamericano
de "dictar" la composición del futuro gobierno
post-talibán" [17]
El resultado de los bombardeos aéreos norteamericanos
podría suponer la caída de una de estas facciones
con el fin de imponer condiciones "estables" que permitan
la construcción de los oleoductos. Pero quizás
no sean los talibanes los derrotados. De ahí el discurso
sobre la inclusión de talibanes "moderados"
dentro del nuevo gobierno.
La situación es complicada. El gobierno de Pakistán
mantiene amplias conexiones con los talibanes, a quienes han
entrenado, armado, y financiado con la ayuda de EEUU. Los pakistaníes
que apoyan a los talibanes y algunos partidos políticos
podrían suponer una amenaza para el General Musharraf
por haberse unido a EEUU. Añádase a esto las muestras
de oposición popular contra los bombardeos norteamericanos
sobre Afganistán.
Según un artículo publicado en el San Francisco
Chronicle titulado "¿Aliados, o jugando a dos
bandas?", hay muchas preguntas que hacerse sobre el papel
de los Servicios de Inteligencia pakistaníes. Según
se señala en este artículo, "hay quienes acusan
a la Agencia de jugar a dos bandas, por un lado diciendo que
ayudan [a EEUU], y por otro lado permitiendo la entrada de armamento
en Afganistán después del 11 de septiembre (...)"
[18].
Con todo este tejemaneje, no es sorprendente que el gobierno
de Pakistán, temiendo por su propia supervivencia, continúe
manteniendo vínculos con los líderes talibanes
desde que comenzaron los bombardeos, todo ello a pesar de que
EEUU ha levantado las sanciones sobre Pakistán y de que
el país esté recibiendo ayudas por valor de varios
millones de dólares; ayudas que han abierto el camino
para que Pakistán apoye de forma ostensible los bombardeos
sobre el vecino Afganistán. Tácticas propias de
pequeñas taifas y el "divide y vencerás"
propio de las repúblicas bananeras han sido empleadas
durante mucho tiempo para desmembrar naciones y abrir el camino
a oleoductos y conquistas similares de las corporaciones multinacionales.
Históricamente, y de manera muy especial siempre que hay
petróleo de por medio, el resultado ha sido la balcanización,
resultante en la creación de pequeños emiratos
o repúblicas bananeras, todos ellos con poblaciones pequeñas
cuyas exigencias relativas a los ingresos procedentes de la explotación
de los recursos energéticos serán mínimas
y en los que una pequeña elite gobernante, o una monarquía,
le harán el juego a las corporaciones a cambio de sustanciosos
beneficios. El ejemplo clásico es Arabia Saudí.
La misma estrategia se está empleando hoy en día.
En muchos sentidos, no se puede decir que EEUU haya estado
ocultando sus planes para desplazar a Rusia de la región
del Cáucaso, de la cuenca del Caspio, y de Asia Central.
Estas regiones han sido el objetivo de la política exterior
norteamericana durante años. Si tiene éxito, los
lazos de Rusia con Europa se verán también afectados.
Los clientes europeos del gas y el petróleo rusos se verán
obligados a acudir a otras fuentes de energía, fundamentalmente
hacia los gigantes occidentales del petróleo. La construcción
proyectada por compañías norteamericana de un oleoducto
trans-balcánico que atravesará Bulgaria desde el
Mar Negro, cruzando Macedonia y Albania hasta llegar a la costa
del Adriático, contribuirá sin duda a lo anterior.
Uno de los brazos del oleoducto llega hasta Europa Central por
el norte, pero las corporaciones norteamericanas ya se han posicionado
para controlar el petróleo que por ahí circule
[19].
Otro de los objetivos principales es, claramente, impedir
el acceso de China a las reservas de gas y petróleo de
Asia Central. China necesita cada vez con mayor urgencia estas
fuentes de energía. Es un país que cuenta con escasas
reservas dentro de sus propias fronteras: las principales se
encuentran en el Tíbet. China comparte la explotación
de su propio petróleo con compañías norteamericanas.
Como ocurre siempre, los gigantes del petróleo preferirían
hacerse con el control de toda la tarta más que conformarse
con un trozo. Se han descubierto también amplias reservas
de gas y petróleo en el sur del Mar de China. Se puede
vislumbrar ya una lucha entre los estados vecinos sobre la jurisdicción
de las reservas marinas: China reclama ya una amplia zona que
incluye las Islas Spratly y Paracel.
En una muestra evidente de partidismo en este conflicto, Kellog
Brown & Root (una filial de la Compañía Halliburton
en la que el actual vicepresidente Dick Cheney ocupó un
cargo ejecutivo hasta entrar en la vicepresidencia), construyó
la mayor plataforma petrolífera marítima de todo
el mundo(...) para Shell Filipinas. El gobierno filipino se encuentra
inmerso en las disputas sobre la región [20].
Todos estos factores cuentan en la frenética lucha
que mantiene las compañías por explotar el petróleo
y otros recursos energéticos, particularmente en un área
tan rica como el que va del Próximo Oriente al sureste
asiático. La guerra de Afganistán es clave para
extraer jugosos beneficios del llamado "oro negro".
La CIA y los talibanes
La organización de Osama Ben Laden fue incubada por
la CIA durante los ochenta, cuando los servicios norteamericanos
prepararon la operación encubierta de mayor alcance conocida
hasta entonces contra un gobierno progresista de orientación
socialista y más tarde contra las tropas soviéticas
que habían acudido a defender a ese gobierno. Los muyahidín
entrenados por la CIA asesinaron a maestros, médicos y
enfermeros, torturaron a mujeres por no llevar el velo, y derribaron
aviones de transporte civil con misiles norteamericanos. Aún
así, muchos de estos muyahidín no sabían
que estaban siendo financiados por la CIA.
La historia que se transmitió a la opinión pública
fue que los soviéticos invadieron Afganistán el
24 de diciembre de 1979 y como respuesta a la invasión,
EEUU y otros países islámicos respondieron. En
realidad, el Presidente Jimmy Carter había aprobado en
secreto los intentos de la CIA por derrocar al gobierno afgano
en julio de 1979, sabedor de que las acciones norteamericanas
provocarían una intervención soviética.
Zbigniew Brzezinski, Consejero de Seguridad Nacional durante
la Administración Carter, confirmó lo anterior
en una entrevista con Le Nouvel Observateur. Reproducimos
a continuación un extracto de la entrevista:
"Pregunta: El ex director de la Cia, Robert
Gates, asegura en su libro de memorias (From the Shadows),
que los servicios de inteligencia norteamericanos comenzaron
a ayudar a los muyahidín en Afganistán seis meses
antes de la invasión soviética. En aquel omento,
usted era el Consejero de Seguridad Nacional del Presidente Carter,
y por lo tanto jugaría algún papel en todo esto,
¿no es así?
Brzezinski: Sí. De acuerdo con la versión
oficial de la historia, la ayuda de la CIA a los muyahidín
comenzó en 1980, después de que el ejército
soviético hubiese invadido Afganistán el 24 de
diciembre de 1979. Pero la realidad (mantenida en secreto hasta
ahora) es completamente diferente: el 3 de julio de 1979, el
Presidente Carter firmó la primera orden de ayuda secreta
que habíamos de brindar a la oposición al régimen
pro-soviético de Kabul. Ese mismo día, yo escribí
una nota al Presidente en la que le expliqué que, en mi
opinión, esta ayuda únicamente induciría
a los soviéticos a intervenir militarmente(...) Nosotros
no forzamos a los soviéticos a que intervinieran, pero
aumentamos a sabiendas las probabilidades de que lo hicieran.
Pregunta: ¿Se arrepiente usted de algo en la
actualidad?
Brzezisnki: ¿Arrepentirme de qué? Esa
operación secreta fue una idea extraordinaria. Esa operación
consiguió que los rusos se metieran de lleno en la trampa
afgana, ¿y usted quiere que me arrepienta?" [21]
Una extraordinaria descripción de las operaciones de
la CIA en Afganistán es la proporcionada por un libro
titulado "Victory: The Reagan Administration´s Secret
Strategy that Hastened the Collapse of the Soviet Union"
[22] El libro recoge numerosas declaraciones de William Casey,
Director de la CIA durante la era Reagan. El libro describe brillantemente
cómo el propio Casey convenció al gobierno saudí
de que financiase a los muyahidín al mismo nivel al que
lo estaba haciendo la CIA, y cómo todos los fondos, armas
y entrenamiento se canalizaban a través de los Servicios
de Inteligencia pakistaníes. Los muyahidín eran
cariñosamente tratados como "los muy".
"La estrategia [para derribar a la Unión Soviética
durante la era Reagan] consistía en atacar el corazón
mismo del sistema soviético e incluía [entre otras
operaciones clave] la provisión de una sustanciosa ayuda
militar y financiera a la resistencia afgana, así como
el apoyo a los muyahidín para que llevasen la guerra a
territorio soviético propiamente dicho. Además
existía una campaña que tenía el objetivo
de reducir sustancialmente los ingresos soviéticos mediante
una bajada de los precios del petróleo que contaría
con el apoyo de Arabia Saudí y limitaría las exportaciones
de gas natural hacia Occidente (...)" [23]
Los fondos saudíes:
"[Casey] informó [al príncipe saudí
Turki al-Faisal] de los planes de Washington para apoyar a Pakistán
frente a la amenaza soviética. También le comunicó
al príncipe que solicitaría un aumento de la ayuda
destinada a los muyahidín (...) Turki se manifestó
completamente a favor del plan y se comprometió a financiarlo
al mismo nivel que los norteamericanos (...) Los saudíes
potenciarían sus emisiones radiofónicas de carácter
religioso y anticomunista en Afganistán y Asia Central"
[24]
"En Pakistán, Casey sería recibido por
el General Akhtar Abdul Arman Khan, jefe de los Servicios de
Inteligencia (...) Durante 48 horas, Casey estudió todos
los detalles sobre el plan para transferir armamento a la resistencia
afgana (...) Comenzó entonces a analizar las posibles
vías para que la guerra fuese lo más costosa posible
para Moscú. Akhtar sugirió el empleo de misiles
tierra-aire, y Casey accedió a todas sus peticiones"
[25]
Casey regresó a Arabia Saudí:
"Uno de los proyectos más queridos por Fahd era
apoyar los movimientos islámicos en el Asia Central soviética.
Todo lo cual se llevó a cabo mediante al conexión
wahhabí; todo ello, confidencialmente" [26]
En Pakistán, "la transferencia de armas se iba
haciendo con calma. Las armas se compraban en el mercado internacional
con dinero Saudí, y era la CIA la que las transportaba
de Dhahran a Islamabad. La CIA transportaba también las
municiones y las armas ligeras. Decenas de miles de toneladas
de armamento y munición se transportaban cada año.
En 1985, eran ya 65.000 las toneladas que se habían transportado"
[27]
El entrenamiento de traficantes de armas: "En 1981, Casey
ordenó a la Sección de Operaciones [de la CIA]
que reclutasen afganos de todo el mundo para transferir armas
a los rebeldes por diversos conductos internacionales. Durante
la primavera de 1982, más de cien afganos estaban siendo
entrenados por la CIA en las artes del tráfico de armas
a escala internacional" [28]
Nuevamente en Arabia Saudí:
"Casey presentó al rey Fahd la posibilidad de
recrudecer el conflicto: ¿Qué le parecería
que trasladásemos la guerra afgana a suelo soviético
en Asia Central?", preguntó Casey (...)" [29]
La guerra en la URSS:
"Durante un encuentro celebrado en las oficinas de los
servicios de inteligencia de Pakistán con Mohamad Yousaf,
director de la Sección Afgana de los servicios pakistaníes,
y con el general Akhtar, Casey se dirigió hacia una mapa
que había colgado en la pared, y comenzó: "La
Unión Soviética es vulnerable a las tensiones étnicas.
Es el último imperio multiétnico y en su momento
habrá de hacer frente a los retos nacionalistas. El norte
de Afganistán es un trampolín hacia el Asia Central
soviética (...) Es la parte más indefensa de la
Unión Soviética. Deberíamos introducir literatura
[en la zona] para fomentar la disensión. Después,
deberíamos enviar armas para animar a que se produzcan
levantamientos locales."
"Era una sugerencia increíble. Nunca hasta entonces
se había intentado realizar una operación militar
y adentrarse en la propia Unión Soviética. Las
repercusiones militares y diplomáticas podían ser
colosales. Pakistán, como patrocinador de los muyahidín,
podría ser objeto de las represalias militares [soviéticas].
Pero lo mismo podía ocurrirle al patrocinador de Pakistán,
sobre todo si llegaba a saberse en el Kremlin que todo esto era
una iniciativa de Reagan. Pakistán había permitido
que comenzasen los plantes para atacar objetivos en el interior
de la Unión Soviética" [30]
El régimen pakistání:
"El Presidente Zia y el director Casey se sentaron como
habían hecho en numerosas ocasiones anteriores. Pero los
tiempos que corrían eran más difíciles para
Zia. La oposición política doméstica estaba
creciendo, y los sectores más críticos con el ejército
habían perdido el miedo. Zia era un elemento clave para
el proyecto afgano, y mantenerlo en el poder era crucial. La
mayor parte de grupos políticos de la oposición
se oponían a la cooperación con EEUU. La CIA tenía
varios planes para mantener a Zia en el poder. Washington ya
estaba elaborando un nuevo paquete de ayuda militar y económica
para premiar a Zia por su compromiso con la causa afgana. El
paquete de ayuda tendría una valor superior en mil millones
de dólares a los anteriores." [31]
"Desde la oficina del General Zia, Casey salió
en un coche blindado de la CIA en dirección a unas instalaciones
militares situadas en los alrededores de la ciudad. Allí
le esperaban el General Akhtar y Yousaf para discutir la revisión
de la política norteamericana para Afganistán.
Habría armamento más sofisticado, tecnología
avanzada para la visión nocturna, explosivos especiales,
y acceso a los servicios de inteligencia norteamericana de alta
tecnología. Siguiendo la estrategia del Consejo de Seguridad
Nacional, la CIA proporcionaría a los servicios secretos
de Pakistán y a los muyahidín una amplia gama de
dispositivos avanzados de comunicación" [32]
El entrenamiento de los muyahidín:
"Los muyahidín iban ganando en eficacia gracias
a los numerosos centros de entrenamiento que había sido
establecidos desde 1985. Allí se ofrecían cursos
de dos semanas sobre el manejo de armamento anti-tanque y anti-aéreo,
sobre minas, demoliciones, guerrilla urbana y sabotaje. Cada
año, 20.000 muyahidín salían de estas escuelas
(...)" [34]
"Las unidades especiales que trabajaban dentro de la
Unión Soviética irían equipadas con lanzamisiles
y explosivos de alta tecnología que les proporcionaría
la CIA. Su misión era buscar objetivos civiles y militares
soviéticos para cometer actos de sabotaje. Atacarían
zonas industriales, descarrilarían algunos trenes, y dispararían
cohetes contra instalaciones militares soviéticas(...)"
[34]
"Los soldados pakistaníes estacionados en la base
aérea a las afueras de Islamabad comenzaron a desembalar
una carga extremadamente delicada a comienzos de julio. Dentro
de los contenedores de aspecto normal se encontraban las "armas
mágicas" que los muyahidín habían estado
esperando. La administración Reagan cumplía así
con su promesa: el primer cargamento de misiles Stinger había
llegado(...)" [35]
"A finales de 1986, varios informes sobre las actividades
de los muyahidín en el interior de la Unión Soviética
comenzaron a llegar a Washington" [36]
Todo vale en el nombre del anticomunismo
Los fragmentos anteriores son tan sólo una pequeña
muestra de lo que se revela en "Victory", incluyendo
la sorprendente información relativa a las operaciones
militares en territorio soviético programadas por la CIA.
Los soviéticos (una potencia nuclear) mostraron entonces
una increíble contención y evitaron caer en la
provocación de un conflicto armado a gran escala. En los
años siguientes, otro hecho crucial se dio a conocer:
el Banco de Crédito y Comercio Internacional (BCCI), una
entidad anglo-pakistaní que utilizaba cuentas en el extranjero
para el lavado de dinero internacional antes de ser cerrado en
1991, era el conducto elegido para proporcionar fondos a los
muyahidín. No hay duda de que muchos de los miembros de
la red de Ben Laden saben cómo lavar dinero a través
del sistema bancario mundial" [37]
La realidad es que EEUU estaba apoyando a regímenes
represivos y en absoluto democráticos como Arabia Saudí
o Pakistán al tiempo que intentaba derribar a la Unión
Soviética, con la excusa de que era [un régimen]
represivo y falto de democracia. En el camino, EEUU estaba dispuesto
a prescindir de la democracia y a arriesgar un posible conflicto
nuclear. Está claro que las razones reales por las que
EEUU se oponía a la URSS eran económicas: fundamentalmente,
el hecho de que el sistema económico soviético
imposibilitaba por completo la expansión y las inversiones
de las corporaciones [norteamericanas]. En lo que respecta a
las riquezas petrolíferas de Asia Central, esto se hacía
aún más evidente: [los soviéticos] utilizaban
la abundancia de recursos a favor de su gente, no para buscar
beneficios.
Las fuerzas progresistas y de izquierda de Afganistán
han sido totalmente destruidas. Lo mismo ha ocurrido en otros
países del globo, donde millones de personas fueron asesinadas
en actos de genocidio, como el asesinato masivo de un millón
de comunistas e izquierdistas en Indonesia. El resultado final
es una situación en la que los pueblos oprimidos que intentan
luchar por erradicar su sufrimiento político y económico
no tienen acceso a las posibles respuestas u opciones que les
ofrecen las fuerzas progresistas y de izquierda. En estas circunstancias,
las fuerzas del fundamentalismo religioso de derechas se presentan
como la única alternativa. Muchos acudirán a esta
alternativa para poner fin a los males de sus sociedades. En
este punto de inflexión de la historia del mundo, se está
sin embargo desarrollando un movimiento global por la paz cada
vez más conectado con la oposición a las multinacionales
y a la globalización bajo la batuta norteamericana. El
movimiento anti-globalizador ha movilizado en numerosos países
a millones de trabajadores contra los efectos de la globalización.
Por lo tanto, aunque los riesgos sean enormes, existe también
un enorme potencial para detener esta guerra bárbara y
poner en marcha los cambios económicos y sociales que
tan desesperadamente necesita una gran mayoría de la población
del planeta, incluyendo a EEUU. Este es el único camino
para acabar con el terrorismo y conseguir una paz y seguridad
duraderas.
Referencias:
1. "Afghan refugees left
out in the cold", Anna Badkhen, San Francisco Chronicle,
2 de noviembre de 2001.
2. Entrevista con el Secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld,
por Wolf Blitzer; CNN, 28 de octubre de 2001.
3. Según France Press, existen vasta reservas de
petróleo sin explotar en los desiertos de Pakistán.
4. U.S. National Security Council. A National Security Strategy
for a New Century. Washington, D.C.: White House, Octubre
1998; p. 32. Citado en Klare, Michael T. Resource Wars,
Nueva York, Henry Holt and Co.
5. Frank Viviano, "Energy Future Rides on U.S. War
Conflict centers in world´s oil patch", San Francisco
Chronicle, 26 de septiembre de 2001.
6. Thomas Friedman, "What the world needs now", New
York Times, 28 de marzo de 1999, pág. 40
7. John J. Maresca, vicepresidente de UNOCAL, en comparecencia
ante la Cámara de Representantes de EEUU, 12 de febrero
de 1998.
8. Larry P. Goodson, Afghanistan´s endless war,
Seattle, University of Washington Press, 2001; p. 81.
9. Ted Rall, "It´s about oil", San Francisco
Chronicle, 2 de noviembre de 2001, pág. A25.
10. Hugh Pope, UNOCAL group plans Central Asian pipeline",
Wall Street Journal, 27 de octubre de 1997.
11. Sarah Horner en Countries, http://www.afghanradio.com/news/2001/february/feb8n2001.html
12.Washington Post, 25 de mayo de 2001.
13. John Pilger, "This War is a Fraud", Daily Mirror,
29 de octubre de 2001.
14. Op. cit., pág. 7
15. Michael Gordon y C.J. Chivers, "U.S., Tajikistan make
a deal on military cooperation", San Francisco Chronicle,
5 de noviembre de 2001, pág. A4.
16. Alfred McCoy, "Drug fallout: the CIA´s forty year
complicity in the narcotics trade", The Progressive,
1 de agosto de 1997.
17. Iddarth Varadarajan, Times of New Delhi.
18. John Daniszewski y Tyler Marshall, "Ally or playing
both sides?", San Francisco Chronicle, 30 de octubre
de 2001.
19. Karen Talbot, "Chechenya: more blood for oil",
Covert Action Quarterly, núm. 69, Primavera / Verano
2000, pág. 22.
20. "Malampaya topsides installed in the South China Sea",
comunicado de prensa de Kellog Brown and Root, 28 de marzo de
2001.
21. Le Nouvel Observateur, 15-21 de enero de 1998 (la
entrevista no se incluye en la edición para EEUU).
22. Peter Schweizer, Victory: The Reagan Adminsitration´s
Secret Strategy that Satened the Collapse of the Soviet Union,
Nueva York, Atlantic Monthly Press, 1994.
23. Ibid., p. xviii
24. Ibid., p. 29.
25. Ibid., p. 63.
26. Ibid., p. 100.
27. Ibid., p. 116.
28. Ibid., p. 150.
29. Ibid., p. 155.
30. Ibid., p. 178.
31. Ibid., p. 229.
32. Ibid., p. 230.
33. Ibid., p. 251.
34. Ibid., p. 252.
35. Ibid., p. 230.
36. Ibid., p. 271.
37. The ANC Today; Online Voice of the African National Congress,
Vol. 1, núm. 36, 28 septiembre 4 octubre 2001.

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